lunes, 21 de abril de 2014

Lecciones de Economía: ¿quién?, ¿cómo?, ¿por qué?

Durante el curso 2009-2010 grabé en vídeo todas las clases de "Introducción a la Economía" que el profesor Jesús Huerta de Soto impartió en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid para el grado de Administración y Dirección de Empresas. La idea de hacerlo no fue mía, sino de Gabriel Calzada, que me la propuso en el verano de 2009. Muchos años antes, con una simple grabadora MP3, habíamos registrado estas mismas lecciones en una colección de audios que iba de mano en mano o, mejor dicho, de pincho USB a pincho USB. La calidad de aquellas grabaciones no era muy buena, básicamente porque se trataba de una grabadora doméstica no especialmente sensible, y porque Huerta de Soto se mueve de un lado a otro de la clase mientras la imparte, lo que convierte los bolsillos de su chaqueta en batidoras que machacan la cabeza de cualquier micrófono. En principio aquello no molestaba demasiado a los más entregados, pero Gabriel no se conformaba con eso, quería que esa impresión tan imperecedera, ese amor por la economía que nos había transmitido Huerta cuando éramos sus alumnos, pudiese percibirse de una manera más pura y directa. Así las cosas no quedaba otra que plantearse grabar un curso entero.


Decirlo era fácil, lo difícil era hacerlo. Los cursos son largos, de no menos de nueve meses, y si queríamos que la obra fuese completa no bastaría con grabar una selección de clases tomadas a capotazos en función del tiempo que pudiese birlar de aquí y allá. Esa era la primera dificultad. Dos veces por semana, hiciese frío, calor, lloviese o cayesen chuzos de punta (que cayeron), tenía que acercarme hasta la Rey Juan Carlos con la cámara, el trípode y el micrófono media hora antes del inicio de la clase para coger buen sitio. Hablé con el director del periódico y le comenté que los martes y los jueves tendría que irme a las seis y media de la tarde para un asuntillo personal. Le pareció bien. Pero la Rey Juan Carlos no está en Madrid, está en Vicálvaro, que, aunque administrativamente pertenece a la capital, se encuentra separada de esta por un par de autopistas, un cementerio gigante y un centón de descampados cuajaditos de cascotes de obra por donde antaño menudeaban los yonquis. El cementerio y los descampados no me asustaban demasiado, pero sí las autopistas, que, si de natural van congestionadas, a eso de las siete de la tarde están paradas. Esta era la segunda dificultad. Ir de Madrid a Vicálvaro pude solucionarlo gracias a que siempre voy en moto, un escúter que me permite llevar el equipo y el trípode.... un equipo pequeño y un trípode enano se entiende. La tercera dificultad era de índole económica. El presupuesto era, así para empezar, de cero euros. Luego pudimos arañar unos euretes y nos hicimos con una cámara, una Canon HF100, que era buena, pequeña y barata. Algo habitual en el Juan de Mariana. Mientras otras fundaciones y ONG's que viven del sablazo no mueven un dedo si la bolsa no se mueve antes, nosotros primero hacemos y luego ya veremos como lo pagamos o si directamente lo hacemos a cuenta de inventario, que, en un país donde todos los fondos, canonjías, prebendas y mercedes vienen del Estado, suele ser lo más habitual.

Solventados los inconvenientes, el día 22 de septiembre empezó Huerta con sus clases. Se extenderían hasta el 6 de mayo del año siguiente. Huerta daba dos clases a la semana, pero en realidad eran tres porque en una de ellas solía concentrar dos. Esa es la razón por la que hay tantos vídeos de hora y media de duración. Huerta es un hombre ocupado que, además de impartir clase a alumnos de primero, dirige una empresa importante, de modo que aprovechaba todo lo que podía esas dos clases semanales. La condición de Huerta como empresario y hombre de negocios dice mucho a favor del profesor, porque enseñar economía teórica sin manejarse bien en la práctica es lo tristemente habitual. Sus clases son extraordinarias y están al alcance de cualquier persona que tenga las primeras letras. Huerta es un profesor excepcional, el mejor de su especie que hay en la universidad española. Lo de enseñar lo lleva en la sangre y ese entusiasmo por el oficio y por la materia que trata lo traspasa a sus alumnos, muchos de los cuales hemos terminado por dedicar una parte de nuestra vida a defender la causa de la libertad, que no otra cosa es el liberalismo.

Este curso de introducción a la economía es probablemente la mejor manera de acercarse a una ciencia tan aparentemente árida como interesante si se la conoce un poco más fondo. Desde que las grabé, y ya va la cosa para cinco años, siempre que me preguntan qué libro deben leer para iniciarse en la economía no les remito a lectura alguna, les digo que se vean estas clases. Son algo más de cincuenta horas de clase distribuidas en 43 lecciones. A una diaria, respetando los fines de semana y fiestas de guardar, en un par de meses todo aquel que haya prestado atención podrá decir que sabe economía, de hecho ni siquiera hará falta que lo diga, la sabrá sin más. Economía de la buena y no las supercherías al uso que sólo sirven para politicastros en apuros, tontos del bote y criadores profesionales de odio.

Después de todo este tiempo, casi cinco años desde que comenzó aquel curso, y aprovechando las vacaciones de Semana Santa, pensé que lo mejor era tenerlas todas en un blog colocadas cronológicamente para facilitar el seguimiento del curso. Las subí a la máxima resolución que conservo (640x360 en 16:9). No es alta definición, pero se acerca a la calidad DVD, algo lo suficientemente nítido como para no dejarse los ojos en el intento y ver bien la pizarra. El audio está tomado con un micrófono profesional prendido de su solapa, de manera que no hay que alarmarse por las carreras continuas que el profesor se da de un lado a otro de la tarima. Todo se escucha alto y claro. El blog seguirá aquí por los siglos de los siglos o, al menos, mientras Blogger exista porque es precisamente gracias a ese milagro del capitalismo llamado Google que estas imágenes llegan hasta ustedes sin cargos. Que lo disfruten y, sobre todo, que aprendan mucha economía.

Fernando Díaz Villanueva     

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